Lunado mediodía la seduce
Una mujer tendida por la arena,
al sol, declara la mañana abierta,
alta pirámide de fuego, en plena
abandonada dejadez desierta.
Una barca de blancas llamas llena
fondea siempre al exterior, a cierta
distancia de La Barra: laxa, ajena
una mujer desnuda se despierta;
se incorpora en la luz y, recostada
contempla las gaviotas; sueña, vira
sus ojos a la lejanía. Luce
perdida, azules, toda su mirada
cuando gozosa se levanta y mira:
lunado mediodía la seduce.
Efigie canaria, 1994
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